domingo, 20 de octubre de 2013

Egoismo de culo

  Y es que no puede ser. ¿Se han dado cuenta ustedes de la de gente desconsiderada, poco generosa y nada caritativa que hay por ahí? ¡Con la situación como está!
   Montones de personas van por la calle con un culo que serviría para que se sentaran tres. ¿Lo comparten? No, no, no. Son ansiosas y avariciosas y se quedan su culo para sí mismos. ¡Con lo fácil que sería dejar que con su culo se sentara otra persona más, u otras dos (en algunos casos hasta podrían ser cuatro). ¡Y no será porque no haya gente necesitada de culo! Los hay, los vemos día a día caminar cariacontecidos o llevando su circunstancia con entereza, e incluso simulando alegría; gentes que al sentarse notan los huesos contra la silla, que precisan desesperadamente de los cinturones, personas a las que la zona holgada del pantalón destinada a contener el culo les queda flácida y arrugada. ¿Inspiran acaso estos pobres culiplanos alguna misericordia a los acaparadores culeros? ¡No! Los observan sin apiadarse de ellos mientras piensan -que se ganen el suyo, ¡yo me lo he trabajado y  mi culo es para mí!-.
  Por todo esto digo que esta sociedad está cayendo ya en su declive. Pero como que hay ...algo en el cielo (había algo ¿no? eso me dijeron al menos, era ketchup creo, o quizá una rana) que no me quedaré impávido ante semejante degeneración. De momento quede aquí mi denuncia, más adelante tomaré medidas harto radicales de las que, si duda, tendrán noticia...

  Que la fortuna os aguarde tras la esquina oscura

domingo, 13 de octubre de 2013

La Soledad y Lila 4

  De modo que siempre terminaba refugiada en su rincón. Allí nada la alcanzaba, allí podía ser feliz.
  Sí, quizás era una cárcel, pero al menos era una cárcel de tranquilidad, de sosiego; el único sitio donde podía relajarse, desprenderse de su soledad e imaginar que era feliz.



    Que la fortuna os aguarde tras la esquina oscura

CAPERUCITA A LUNARES 5

  -A ver, que nos entendamos, que yo venía por aquí a visitar a mi "agüela", que ni me he metío contigo, ni te conozco ni na de na de na.
  -No, si de meter ya metería yo cuando hiciera falta, que ganas no van a faltar... ni empuje, je, je, je.
  Así hablaba el sospechoso romeo que, carente a todas luces de cualquier conocimiento del desodorante, pretendía embriagar con la cercanía de su presencia a la dulce y tímida niña.

    Que la fortuna os aguarde tras la esquina oscura