jueves, 20 de febrero de 2014

   Me gustaría hoy, si no hay objeción al respecto, hablar sobre la luz mágica.  Así es llamada (o, al menos así ha llegado a mis oídos) esa luz indistinta de algunos amaneceres, algunos ocasos y determinados días nublados o de niebla. Son momentos en los que no hay luz directa de sol y la luz que llega se refracta, bien en la atmósfera, bien en la niebla o las nubes. Como consecuencia la luz parece llegar de todas partes a la vez, pero mortecina, sin fuerza, e  impidiendo que se formen sombras. El resultado es una realidad sin eco, un presente sin impronta, unos objetos sin alma que se presentan fantasmagóricos a la vez que definidos, irreales por su definición. 
   En esos momentos en los que la cotidianeidad parece hacerse trascendente, a este humilde suscriptor de sensaciones le gustaría perder la sustancia física y diluirse en ese aire gris y opaco, ser uno con ese todo que parece quedar fuera del tiempo y del movimiento. Vanos son los deseos de perder, con la identidad, responsabilidades y desgracias, culpas y dolores; pero en esos momento de luz mágica cuando cuando los dioses parecen haber perdido momentáneamente el conocimiento pareciese que fuera posible simplemente caminar, sin más rumbo que el que dicten los pasos, sin más conciencia que la necesaria para no desintegrarse y así formar, en sentido absoluto, parte del universo, inane y convulso, trascendente y fútil, inmenso y diminuto, fugaz y eterno.



  Que la fortuna os aguarde tras la esquina oscura

jueves, 13 de febrero de 2014

Fracciones

FRACCIONES

Doscientas veinticinco coma setenta y nueve
las veces que en el tiempo fuiste tras la esperanza.
Quinientas treinta y ocho coma cincuenta y cuatro
las ansias que sufriste yendo tras la falacia.

Dos mil sesenta y siete coma noventa y ocho
las lágrimas vertidas culpa del desengaño.
Diez mil ochenta y cuatro coma cuarenta y cinco
los golpes que la vida dio contra tus cimientos.

Lo que quedó de tu alma:
cero coma cero nueve en tantos por ciento.




    Que la fortuna os aguarde tras la esquina oscura.

jueves, 6 de febrero de 2014

Opción de Libertad

   En este mundo bienpensante, bienhaciente (esto último no tanto) y bienhipocritizante vengo a reclamar libertad. ¡Sí! ¡Libertad! La inmensa, ingrata y mal reconocida libertad de ser hortera. Porque, ¿qué hay realmente de maligno o inmoral en combinar verde manzana con fucsia?, es más, ¿es el fucsia un color perverso en sí mismo? ¿Qué tiene de indecente usar al tiempo cuadros y rayas?.
   Aquellos que se creen depositarios y valedores de la "única" moral existente nos intentan convencer de que los flecos y las chorreras son abyectos, que resultan nocivos para la humanidad y que pervierten a nuestros menores. Y yo me pregunto: ¿Por qué? No será acaso un tipo de cobardía social que nuestros Prohombres apoyan y nuestros Sumos Sacerdotes fomentan? Diera la impresión de que existe pánico a que cada uno sea cada uno y no uno más (aquello de "another brik in the wall") Como si por llevar sandalias en invierno y, por ende, con calentadores a lunares o peinarse trencitas con lacitos de colores siendo un señor obeso llamado Manolo se fuese a hundir la cultura occidental.
   Da que pensar esa obsesión por la uniformidad y ese mirar mal del tradicionalismo aposentado hacia todo lo que no sea convencional y reconocible. ¿Tanto miedo da que la gente piense por sí misma? ¿Tan terrible sería que todos tuviésemos voluntad propia? ¿Y no será que todo el mundo quiere que todo sea a su manera y los que tienen más poder lo consiguen? Sea como sea yo continúo mi pequeña rebelión burguesa llevando cosas que supuestamente no debo y peinándome como en principio no debería, y todo ello sencillamente porque me gusta lo que me pongo, pero sobre todo porque me gusta ser yo.

   Que la fortuna os aguarde tras la esquina oscura